El final de los Dioses
Ya señalaba el inevitable Charles Darwin, en su libro del mismo título «El Origen de las especies», que las especies no eran inmutables ni habían existido siempre. Hasta entonces, el ser humano era el producto final de la obra divina, y la posibilidad de estar emparentados con el resto de organismos resultaba escalofriante. El libro, publicado en 1859, causó un gran impacto en la sociedad del momento y creó grandes puntos de ruptura con la Iglesia y demás creencias religiosas. Por primera vez, con argumentación difícil de rebatir y pruebas físicas (registros fósiles, estructuras corpóreas análogas, tectónica de placas), alguien planteaba que los humanos no fuesen el objetivo de Dios, ni siquiera que hiciera falta un Dios. Para el contexto de la época, fue un jarro de agua fría existencial, pues sentó un debate que perduraría siglos. Pero ¿cómo se originan estas especies? ¿Qué decía Darwin?
¿Qué es una especie?
Resulta curioso el término especie, pues cuanto más se estudia, más se desdibuja su significado. Probablemente tú, querida lectora, tengas un concepto vago de aquello que consideras especie si no has tenido una formación biológica, y es completamente normal. Me gustaría pedirte que, antes de seguir leyendo, dejaras en la caja de comentarios qué es para ti una especie ¿cómo la defines? Una breve descripción será suficiente. Ahora sí, adentrémonos en el asunto
A lo largo de la historia, la definición ha ido cambiando, ya no sólo con el tiempo, sino también dependiendo de la persona preguntada. La clasificación de la vida (la taxonomía) empezó formalmente con el naturalista, científico y botánico sueco Carl Von Linné. Fue el primero en nombrar los organismos sistemáticamente, y a él le debemos miles de especies descritas.
El origen de la taxonomía
Para poder describirlas a nivel de especie, empleaba un sencillo sistema binomial con nombres en latín, es decir, cada especie contaría con un nombre y un apellido único. El primer término del binomio sería el género con la primera letra mayúscula (p.e. «Homo«) y el segundo término la especie («sapiens«) todo en minúscula. Por supuesto había categorías de clasificación por arriba y por abajo, por ejemplo, la ruta completa hasta el ser humano, Homo sapiens, sería la siguiente; Eukarya, Animalia, Chordata, Mammalia, Eutheria, Primates, Hominidae, Homo, Homo sapiens. Desde la agrupación más grande, hasta la mínima para los humanos. Para pertenecer a cada agrupación debes cumplir con ciertas características anatómicas concretas, como tener o no cordón nervioso, tener ojos al frente con pulgares oponibles, etc… No obstante existen otras categorías intermedias y también por debajo de especie.
Para Linné, la especie se describía según su apariencia, según sus estructuras externas. Con el paso del tiempo y la implementación de nuevas técnicas, herramientas e incorporación de nuevos conocimientos evolutivos este concepto también ha ido teniendo su propia evolución. A Linné le resultaba obvio que un árbol con flores y un cactus lleno de hojas punzantes eran especies distintas, pero… ¿y las especies altamente polimórficas, es decir, con gran diversidad morfológica dentro de las misma especie? Por ejemplo, un chihuahua y mastín son la misma especie, Canis familiaris.
Definición de especie
Actualmente existen diversas definiciones de especie. Cada una de ellas incorporan matices distintos y perspectivas diferentes. Una de las definiciones que más he empleado personalmente es la definición biológica de Dobzhansky:
«Especie es un grupo (o población) natural de individuos que pueden cruzarse entre sí, pero que están aislados reproductivamente de otros grupos afines».
Dobzhansky, 1935.
No obstante, esta definición hay que aplicarla con cautela. Existen casos de perros hibridando con lobos e incluso coyotes, a pesar de ser diferentes especies. Para las bacterias, por ejemplo, nada de esta definición es cierta, pues son capaces de transferir genes de unas especies a otras completamente distintas por algo llamado transferencia horizontal de genes. Lo que sí es cierto es que, para todas la especies, sea lo que sea eso, los linajes no son puros, ni fijos, ni bien definidos. Sin duda, emplear el concepto de especie puede resultar confuso.
LUCA, el verdadero origen
De acuerdo, ya sabemos que es una especie, ¿pero dónde empezó todo? Debemos volver a Darwin, pues fue él quien primero sugirió que todas las formas de vida debían de tener un ancestro común. Hacía 4250 millones de años la Tierra era un lugar desprovisto de vida. Únicamente los elementos geológicos y las reacciones fisico-químicas entre elementos regían el planeta. No obstante, en ese caldo primitivo que constituía las masas de agua se daban las condiciones suficientes para que se generase vida. Según las estimaciones, fue alrededor de estas fechas que debería haber vivido LUCA, la primera célula del planeta. LUCA, como así decidieron llamar a este minúsculo ser, corresponde a las siglas en inglés de «Last Universal common ancestor» que se traducen como «Último ancestro común universal». Se trataba de la primera célula capaz de replicarse, probablemente similar en función y aspecto a las bacterias que hoy conocemos.
Lo cierto es que LUCA es sólo teórico, ya que no tenemos registro fósil de su existencia. Sin embargo, sí que sabemos que unos cientos millones de años después, unas cianobacterias dejaban constancia en los estratos en forma de estromatolitos. A partir de LUCA, se desarrollaría toda la vida que conocemos en la actualidad. Plantas, hongos, amebas, bacterias, arqueas, animales, protistas…
La fórmula de la vida
Lo cierto es que LUCA consiguó tener mucho éxito (no hace falta más que miraros 4250 millones de años después), pero a menudo me ronda la misma pregunta. LUCA dio con una fórmula válida para la vida, ¿pero era la única fórmula posible? Probablemente coexistió con otras formas de vida, otras configuraciones orgánicas con las que no tendríamos ningún parentesco, pero que sin embargo, se extinguieron. La astrobiología, una disciplina increíblemente fascinante, estudia estas condiciones iniciales necesarias para que se genere vida para así poder saber en qué planetas deberían buscar. Nosotros, únicamente conocemos una fórmula, pero dada la tremenda magnitud del universo, de variedad de condiciones, de planetas existentes… Toda probabilidad por pequeña que sea se podría darse.
¿Cómo surgen nuevas especies a raíz de otras?
Bien, ya sabemos que todos partimos de LUCA, pero ¿cómo es posible que haya dado lugar a tantas especies tan diferentes entre sí?
Estas pequeñas células se dividían por mitosis, es decir, se dividían en dos clones. Esto en principio y si todo había ido bien no debería suponer ningún cambio. No obstante, estas divisiones no siempre daban lugar a clones exactamente idénticos. En un ínfimo número de estos clones se producían mutaciones. Algunas causadas por errores en el proceso de replicación del ADN, otras causadas por agentes externos, como la radiación solar. Dado el tremendo rango temporal de millones y millones de años, los diferentes linajes de estos clones iban acumulando mutaciones. La mayoría de ellas eran neutras, no tenían ningún efecto en el organismo. Otras eran negativas, y causaban generalmente la muerte del organismo. Sin embargo, unas cuantas de estas mutaciones eran mutaciones beneficiosas, aportaban al individuo una ventaja frente a sus parientes, como poder obtener energía a través de un nuevo compuesto.
En algún punto alrededor de 1.200 millones de años atrás apareció la reproducción sexual, esa que los Homo sapiens usamos para producir nuevos humanos. Con esta modalidad reproductiva, se necesitaba material genético de dos individuos, pero la cantidad de combinaciones nuevas derivadas de mezclar el material genético era increíblemente superior a la de las bacterias. Cada individuo era genéticamente distinto, por lo que la selección natural tenía mucho más con lo que jugar. Esta selección natural, fue un mecanismo propuesto por Darwin. Era la encargada de seleccionar a aquellos linajes que mejor preparados estaban para cada ambiente. Con el paso del tiempo, esto generó una inmensidad de especies distintas, cada una con formas, colores y funciones diferentes.
Una breve historia de la vida
Con todo esto, espero que hayáis aprendido algún pequeño fragmento sobre evolución. A pesar de lo extenso de esta entrada, cualquier bloque comentando se puede profundizar mucho más. Por ello recomiendo que si os ha gustado, consultéis los links proporcionados e indaguéis por vuestra cuenta. Y cómo debe ser, os dejo la bibliografía para los más curiosos. Y por ahora, nada más, ¡me despido! Espero volver a veros pronto.
Bibliografía
Butterfield, Nicholas J. (2000). «Bangiomorpha pubescens n. gen., n. sp.: implications for the evolution of sex, multicellularity, and the Mesoproterozoic/Neoproterozoic radiation of eukaryotes». Paleobiology. 26 (3): 386. doi:10.1666/0094-
Butterfield, Nicholas J. (2000). «Bangiomorpha pubescens n. gen., n. sp.: implications for the evolution of sex, multicellularity, and the Mesoproterozoic/Neoproterozoic radiation of eukaryotes». Paleobiology. 26 (3): 386. doi:10.1666/0094-
Battistuzzi F, Feijao A, Hedges S. A genomic timescale of prokaryote evolution: insights into the origin of methanogenesis, phototrophy, and the colonization of land. BMC.